La Colectividad Armenia de Córdoba, canaliza su agradecimiento a la Comuni­dad Argentina, a través de la apertura de un establecimiento educativo, que promueva los valores culturales de la armenidad, basada en la tolerancia ideo­lógica y religiosa.

El origen de la escuela se remonta a 1929. Cuando un grupo de inmigrantes armenios, amantes de la cultura, sienten la necesidad de crear un centro de enseñanza que transmita a su descendencia su historia, tradiciones y sueños a través del aprendizaje del idioma armenio.

El 25 de junio de 1965, se oficializa la Resolución 0-075 Serie A, donde se autoriza a la comunidad el funcionamiento del nivel inicial-primario en su edifi­cio en la calle Armenia 2080. 

El 17 de marzo de 1966 fue su primer día de clases del Instituto Incorporado Gral. Manuel Belgrano, como reflejo de la verdadera integridad de la colectividad al medio social de Córdoba. Dicta sus clases siguiendo la curricula oficial, llegando en 1972 a producir la primera Promoción.

La institución, afianza aún más su objetivo educativo con la creación del Nivel Medio en 1989.

En la actualidad, los alumnos del Instituto, provienen de todos los sectores de nuestro entorno social, habiéndose plasmado el espíritu de la Constitución Nacional Argentina "... para nosotros, para nuestra posteridad y para todos los hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino„."

Dicen que la Educación promueve la Libertad. Que nos hace más autónomos. Dicen que es un derecho y a su vez, una Obligación del Estado.

No sólo estamos convencidos de que la educación nos engrandece y nos inclu­ye, sino que apostarnos a ella como un instrumento poderoso capaz de cam­biar realidades y enriquecer nuestro entorno.

La Colectividad Armenia de Córdoba, continuó con sus anhelos de educación y cultura. Luego de haber huido de la persecución y la miseria que el genocidio de 1915 talló en la historia de los armenios, se asenta­ron en nuestra ciudad quienes lograron sobrevivir. Sin dejar transcurrir dema­siado tiempo, erigieron un precario colegio armenio; primero en sus hogares, luego en la iglesia y finalmente en algunas aulas que pudieron construir. El fin era educar. Educar en la identidad. Educar en la cultura. Educar transmitiendo lo que en un entorno desconocido podía perderse: el idioma, la historia, la música, la religión, en definitiva, su esencia.

Con el tiempo, aprendieron que “sólo se pierde lo que se guarda y sólo se gana lo que se da”. Así, abrieron sus puertas a todos aquellos que apostaran en la educación de los niños como motor de cambio en el futuro. Con esmero y dedi­cación, surgió el Instituto General Manuel Belgrano; un establecimiento que centró sus ideales en la inclusión de culturas y en la construcción conjunta.

 

A partir de allí, generaciones enteras han atravesado sus aulas, sus pasillos y sus patios. Han aprendido a leer y a escribir. Han hecho propio aquel espacio de encuentro con el otro. Han forjado valores. Han sido testigos de sus cambios a lo largo del tiempo. Han sido protagonistas de sus derechos, viviendo su infan­cia en un ámbito de contención y regocijo.

 

Cada maestro ha destinado tiempo de su vida para acompañar el crecimiento de estas pequeñas personas, que retribuirían a la sociedad con sus principios y conocimientos. Han compartido su experiencia, han hecho pensar y crear a través del diálogo y las vivencias cotidianas.

Desde sus primeros días, el Instituto General Manuel Belgrano emprendió el desafío, no sólo de ser un medio de educación formal, sino un espacio de cons­trucción colectiva: un espacio para compartir, para aprender y para crecer rodeado de pares. Este proyecto apuntó a la convivencia de identidades dispa­res; siempre con la convicción de que la diversidad nos enriquece. Día tras día, desde las primeras horas de la mañana, abrió sus puertas dando la bienvenida a cientos de niños con deseos de aprender.

 

De este modo, la Colectividad Armenia de Córdoba dispone al servicio de la sociedad, este medio para expresar su gratitud al suelo argentino, que ha devuelto a sus ancestros la libertad, la fe y la esperanza que les fue arrebatada hace cien años atrás por Turquía, quién fuera la autora de lo que el mismo Papa Francisco diera en llamar como el Primer Genocidio del siglo XX.

Hoy, la colectividad armenia contribuye desde este pequeño y cálido espacio al crecimiento de ciudadanos con valores firmes basados en la tolerancia, el com­pañerismo y el amor.